No
se trata simplemente de prohibir la droga, ni de controlar su
distribución. Aunque estas cosas son necesarias, el problema de la
drogadicción tiene sus raíces en la sociedad misma. Es por ello que
es necesario un compromiso de la sociedad en su conjunto. Padres,
maestros, medios de comunicación, instituciones, etc., deben
comprometerse a construir una sociedad nueva, donde sean promovidos
los valores auténticos, especialmente los espirituales. De no
hacerlo así, todas las estrategias de prevención serán inútiles,
pues el problema de fondo seguirá existiendo.
Para
las personas que ya han caído en el abuso de drogas, no bastan los
simples tratamientos médicos, dado que existen otros problemas del
individuo que están detrás del hecho de su drogadicción. Es
necesario, junto con el tratamiento médico de desintoxicación
propiamente dicho, un tratamiento de rehabilitación que haga que la
persona redescubra su valor y su identidad más profunda. Este
tratamiento no será posible sin la participación del individuo, sin
su voluntad de cambiar. El apoyo de la familia y una adecuada
asistencia espiritual son también fundamentales para la
rehabilitación.
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