Es
bien conocido que el consumo de derivados de la planta Cannabis
sativa, como la marihuana o el hachís, provoca un aumento del
apetito. Ese es uno de los efectos del tetrahidrocannabinol (THC), la
principal sustancia psicoactiva que contiene el cannabis. Sin
embargo, hasta el momento se desconocía cómo se desencadenaba el
proceso. Un estudio publicado en la prestigiosa revista Nature
Neuroscience, en el que colabora el grupo de investigación del
doctor Pedro Grandes, del Departamento de Neurociencias de la
Facultad de Medicina y Odontología de la UPV/EHU, ha desvelado
cuáles son las neuronas que median el efecto del cannabis de
aumentar el apetito. El estudio se titula ‘Bimodal control of
stimulated food intake by the endocannabinoid system’ y se publicó
el pasado mes de febrero (L. Bellocchio y cols., Nature Neuroscience,
vol. 13, nº3: 281-283).
El
THC estimula el apetito a través del receptor de cannabinoides CB1,
pero, según ha descubierto la investigación que ha dirigido el
doctor Giovanni Marsicano, del NeuroCentre Magendie, de la
Universidad de Burdeos 2, en función de la dosis de THC, se pueden
provocar efectos contrarios, o aumentar o disminuir el apetito.
Utilizando una combinación de técnicas genéticas, farmacológicas
y anatómicas en ratones, los investigadores han demostrado que a
dosis bajas, el THC aumenta el apetito, pero a dosis altas lo
disminuye. Ello es debido a que el THC actúa sobre los receptores de
cannabinoides CB1 expresados en dos tipos de neuronas, las neuronas
glutamatérgicas, neuronas excitadoras de origen cortical localizadas
en las partes superiores del cerebro, y las neuronas
inhibidoras ácido
gamma-aminobutírico del
estriado ventral ubicadas en zonas profundas del cerebro.
En
concreto, a dosis bajas, un miligramo por kilo, el THC aumenta el
apetito, porque actúa sobre receptores CB1 distribuidos en neuronas
excitadoras; mientras que a dosis altas, 2,5 miligramos por kilo, el
efecto es el opuesto: disminuye el apetito, ya que actúa sobre CB1
situados en neuronas inhibidoras.
El
conocimiento de estos mecanismos abre esperanzadores horizontes en el
diseño de nuevas estrategias en el tratamiento de los desórdenes
alimentarios. “Si pudiéramos actuar separadamente sobre las dos
poblaciones neuronales, seríamos capaces de intervenir en
determinadas enfermedades como la anorexia o la obesidad”, explica
el doctor Grandes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario